Ceremonias Sagradas con Medicinas Ancestrales
En mi viaje a Perú 2024 tuve la bendición de conectar con las plantas sagradas, medicina y ceremonia ancestral. Una posibilidad de sanación y mirada hacia el interior del Ser. Aquí te cuento sobre las ceremonias sagradas: el Rapé y la Wachuma utilizados en un Temazcal.
A fines de Abril nos adentramos en un viaje de Labor Planetario en el Paititi. Para ello se nos requería una limpieza profunda tanto desde la alimentación, cuidado físico como energético y emocional.
Antes del viaje hicimos en casa con mi marido una dieta libre de harinas, alcohol, carnes, procesados y refinados. Si bien es parte habitual de nuestra alimentación comer saludable y de esa forma, ésta oportunidad requería mayor compromiso de nuestra parte, al menos así lo sentimos.
Además del cuidado desde la alimentación, por un tema energético, para las ceremonias ancestrales con medicinas sagradas de la tierra se exige que no se tengan relaciones sexuales diez días antes y tampoco que se utilicen medicamentos de ningún tipo.
Previo a la labor en la selva, tuvimos ésta serie de Ceremonias Sagradas, ancestrales. Medicina de la Tierra, sanación profunda, conexión con el Ser. Conectando así con el Rapé, la Wachuma o San Pedro y finalmente la abuelita Ayahuasca (de la cual te contaré en otro post).
El Rapé como menciono en detalle en el post de mi instagram https://www.instagram.com/p/C6ueuQ3A6a9/?utm_source=ig_web_copy_link&igsh=MzRlODBiNWFlZA== es una medicina fabulosa para limpiar nuestra mente. Se trata de hojas de tabaco amazónico seco molido (hecho un polvo) que el chamán inserta en tus fosas nasales (se esnifa).
Efectos
Su efecto es inmediato y por supuesto no a todos les afecta de la misma manera. Hay quienes les produce el vómito (limpiando así fisicamente de mucosidades y demás), otros les revuelve un poco el estómago, o sencillamente va a donde se espera directo que es a “limpiar tus pensamientos”, “abrir caminos” para ayudar a las demás medicinas sagradas. La sensación es de quedarte en el vacío mental. Como si ese polvo tuviese el mágico poder para llevarse toda la “mugre”. Luego viene la sensación de plenitud, de paz mental, de ser uno con todo. Por su parte en mi caso me sentí muy enérgica. La sensación final fue placentera, pero quiero contarte más acerca de mi experiencia.
El Rapé, mi experiencia
Sentados en círculo en el Tipi (carpa utilizada para ceremonias), y luego de habernos limpiado energéticamente alrededor de nuestro cuerpo físico con humo de tabaco, llegó el Rapé. Un tabaco molido que va directo a las conexiones cerebrales por así decirlo. Por supuesto la sensación inicial no es agradable. En mi caso sentí como un shock eléctrico que generaba escalofrío y me remarcaba mis dolores crónicos de cervicales y cuello. Sin embargo al sentirlo agradecí inmensamente la posibilidad, pues lo único que entendía era que ese dolor era la consecuencia de una mente rígida, limitada, miedosa, extremadamente exigente, excesivamente responsable y sin espacios para el error. Ahora eso se estaba limpiando y me hacía inmensamente feliz. Nada cómodo pero sí muy feliz. Fui al sol como sugirió el chamán para que el Rapé haga su efecto. Fueron minutos nomás…o tal vez segundos, el tiempo no importaba allí.
Comencé a sentir que mi cuerpo se desdibujaba. En su lugar tomaba forma mi Ser, una gran energía blanca que era más ancha que mi cuerpo físico. Sentí esa energía que era. Era luz, era amor, era conexión con todo. Y se sentía muy poderosa (de ese poder que sentís producto del amor incondicional, ese que te da paz, ese que te hace verte simple, humilde, puro, en conexión con la fuente y con todo lo que te rodea, como una gota de un gran océano). Para expresar en una palabra sentía gratitud.
Detrás de mí había una gran, gran figura energética. Era tan grande que no podía abarcarla con mis ojos si giraba hacia atrás. Esa energía sostenía mis hombros, ambos, de forma amorosa y compasiva. Ella era mi guía, un gran ser de luz blanca, de energía femenina. Ella me sostenía, estaba allí para acompañar mis procesos. Era la primera vez que lograba ver con los ojos de mi corazón a mi guía y sentirme tan sostenida. Era inmensa y su apoyo y su valía eran la mía también. Me sentí amada, contenida, acompañada. No había nada que temer. Ella iba a estar conmigo, sosteniendo, me dijo.
Cabe destacar que NINGUNA de estas medicinas ancestrales te hace perder la consciencia, más bien se trata de un estado expandido de consciencia. Pero todo el tiempo uno sabe dónde está, podés verte el cuerpo perfectamente (yo destaco la energía que sentía pero nunca tuve pérdida de noción de mi cuerpo físico).
La Wachuma es una bebida ancestral, es una medicina hecha del cactus llamado populamente en Perú “San Pedro”. Todos coinciden en que es una medicina muy amorosa, que abre el corazón y aclara los pensamientos. Su tránsito por nuestro cuerpo físico es en total armonía. No genera malestar, ni vómitos, simplemente te sientes en gratitud absoluta. Puedes observar todo cuanto te rodea desde una visión del corazón, sin juicios mentales, todo es armónico, bello e integrado, me gusta pensarlo como la verdadera “neutralidad” o espiritualidad.
Como te contaba, la Wachuma es de sabor amargo, intenso, espeso, pero directo al corazón. En mí se tomó su tiempo en hacer efecto. Pero cuando comencé a sentirla sus caricias fueron suaves, compasivas. Abrir el corazón después de todo es algo que nos debería resultar tan natural como respirar. Creo que cuando ella comenzó a activarse en mí, permitió que siguiera allí firme en el Temazcal (pese a las incomodidades mentales). Dicen que en el Temazcal no se tienen visiones ya que es una experiencia totalmente con la Madre Tierra. Entonces yo se los atribuyo a esta medicina amorosa, quien, en la puerta del fuego (parte del Temazcal) me mostró cómo se iba de mi una capa, como si fuese la piel de un reptil que me iban quitando poco a poco.
A medida que yo respiraba me mostraba
que una parte mía iba saliendo, era una piel muy gruesa que me cubría,
que había muerto ya, y necesitaba quitarse para que lo que estaba vivo se vea. Cuando todo salió me mostró mi rostro, que no era el mío físico sino el de mi nuevo animal de poder. Una hermosa pantera negra con ojos brillantes había nacido en mí.
En la puerta del aire (Temazcal) se mostró mi ser con otra forma. Era una flor cuyos pies estaban enraizados en la Madre Tierra. Sus pétalos eran múltiples y se abrían a la vida. En el medio de ellos un colibrí, era el espíritu de aire, que se conectaba a mí, conectándome a su vez al Todo. El sentir en una palabra era Sutileza. Por supuesto, era parte de todo…una vez más.
En otro post te contaré más sobre la experiencia con la abuelita Ayahuasca.