Viaje al Uritorco: El espíritu de la Montaña
Cuando decidí acceder al llamado del Uritorco no sabía qué encontraría. Capilla del Monte es considerado un lugar mítico, con una energía especial y con mucha movida espiritual. Pero realmente el viaje comienza por dentro y en él, el espíritu de la montaña te acompaña siempre.
Desde comienzos de este año sentía el imperioso deseo de ir a conocer Capilla del Monte, un pueblo de Córdoba, República Argentina. No se trataba de un lugar para ir a vacacionar, más bien era un llamado interno. Un llamado que estaba directamente relacionado con mi camino espiritual.
Simplemente sentí el llamado. No tenía claro a qué, se me marcaron lugares que no conocía ni había escuchado anteriormente. Llevaba anotado a dónde iría: Grutas de Ongamira, Cerro Colchiquí, Los Terrones y Cerro Uritorco.
La vida espiritual y la vida mundana a veces son dificiles de conciliar. Si me dieran a elegir tal vez buscaría la iluminación recorriendo en soledad los caminos que mi ser me va marcando. Pero creo que de nada serviría hacer eco de mi propia voz sin tener el amor de aquellos que me rodean. Comprendí que tal vez el mayor desafío estaría en continuar con el crecimiento espiritual sin dejar de lado aquellos a quienes más amamos. Por eso, emprendimos el viaje en familia. Fuimos los cuatro: mis hijos de 8 y 11 años, mi marido y yo.
Sé que muchos seres estamos haciendo el camino de activar ciertos nodos energéticos, a diferentes tiempos, a los de las posibilidades de cada uno. Y, ése servicio siempre trae consigo un regalo de aprendizaje interno.
Voy a poner esta experiencia en las palabras de mi ser. Fui allá sin expectativas. No sabía lo que sucedería pero estaba segura que no se trataba de la iluminación.
Este viaje se hizo sin un itinerario y sin lugar predeterminado donde parar. Les puedo decir que todo marchó bastante bien. Se nos iba cruzando la gente necesaria para armar nuestros destinos diarios acorde a mi “llamado interior”.
Pero este viaje no se trataba de lugares…era un viaje interior…un aprendizaje interno…y también un recordar vidas pasadas para sanar.
Grutas de Ongamira, tierra de Comechingones
En mi caso en las Grutas de Ongamira salí corriendo prácticamente para ese lugar. Tuve una sensación física de haber estado allí trabajando en esos morteros. Ahí tenía que “rescatarme”. No era necesario recordar. Mi cabeza empezó a percibir una fuerza centrífuga alrededor de mi sien, que la rodeaba completamente. Mi tercer ojo quedó encendido. Pude percibir la limpieza energética que se hizo en mi ser y la integración que trajo consigo.
No tuve sensación de dolor pero no pude subir a las piedras más altas donde los integrantes de la tribu de comechingones supuestamente se habían quitado la vida.
Sentí que había ido allí a liberar un dolor colectivo arraigado. Sentí que no había sido ni sería la única en cumplir con ésta función de “soltar sufrimientos”. Como si de a poco en la Tierra, la energía de ciertos lugares se fuera liberando de una frecuencia de dolor, utilizándonos a aquellos servidores dispuestos como canal de luz.
Mi ser se fue en paz.
Puerta del Cielo, Valle de Punilla
En la Puerta del Cielo hallé dolor. El mirar ese valle no me fue grato. Había dolor en mí. Lo dejé allí. No quise indagar, no es necesario.
En el Cerro Colchiquí me faltó un paseo. No era mi tiempo. Lo solté.
El espíritu de la Montaña, la Magia del Uritorco
El ascenso al Uritorco es una excursión desafiante. Son 1979 metros a la cima.
Se estiman unas cuatro horas para subir y tres para bajarlo. Hay siete paradas en el trayecto y en total son once kilómetros de caminata muy exigente. Recomiendan subir sin descansar demasiado tiempo como para que el cuerpo no se enfríe. También es preciso subir con un mínimo de dos litros de agua por persona y algo dulce (fruta o barritas de cereal, caramelos, etcétera).
En la quinta parada hay un refugio y allí un guía controla el estado físico de quienes están subiendo. Además de indicar cúanto tiempo máximo deben tardar en el restante trayecto. De lo contrario deberán emprender el regreso.
Nuestra experiencia familiar
En el Uritorco el espíritu de la montaña se comunicó todo el tiempo conmigo. No pude escucharlo al principio…
Estaba inmersa en mis miedos, en mis limitaciones, en mi falta de confianza, en mi poca autoestima y en la sensación de compararme todo el tiempo con otros. Sin embargo sólo veía pensamientos pasar.
La montaña no dejaba que yo me conectara con nada más que mi cuerpo. Pero no desde el dolor. Ella me fue mostrando mi respiración, mi calor corporal, la fuerza de mis piernas impulsando todo el peso de mi cuerpo hacia la cima. Yo simplemente no veía la meta. Creía que no habría meta sino un momento de renuncia.
Mi marido me mostraba allí el poder de alguien que no duda en sus capacidades. Poniéndose al hombro todo peso para llevar adelante su objetivo y el de su familia. Me mostró lo que él hace en la vida. Fue maravilloso verlo subir sin cuestionamientos, totalmente empoderado, libre de juicios, pleno de amor, lleno de la valentía de pocos. Sin siquiera percibir él lo poderoso que es, que arremete sin pensar que habrá algo negativo que lo frenará. Porque simplemente lo negativo se trata de nuestros propios frenos mentales.
Mi hija me mostró el amor en persona. La alegría de vivir, la pureza, el disfrute, el maravilloso poder del momento presente. Ella sólo vive…y es feliz.
Mi hijo trajo consigo mi propia sombra. El observar que queda muy lejos aquello a lo cual queremos llegar. Y que no se veía camino posible, no se divisaba ni a la distancia.
La imposibilidad de tener un norte lo enfurecía, pues no sabía cuán duro podría resultar llegar a la meta. Y por otra parte él sabía (o yo) que ya llevaba mucho tiempo caminando, y que la vida le estaba indicando que faltaba muchísimo más por recorrer.
La montaña no daba posibilidades de hacer cálculos mentales de cuánto habíamos recorrido ni cuánto faltaba por recorrer respecto a nuestras capacidades físicas. El tiempo apremiaba y el viento frío del sur nos indicaba que no había mucho que pensar. El bajar no era una opción para nuestro ser. Estábamos preparados para llegar a la cima, sólo que no lo sabíamos.
La montaña no me dejó pensar por suerte. Cuando vi en mi hijo mi espejo comprendí que debía hacer de madre…
Le expliqué que lo único que importaba en ese momento era el presente. Que el disfrute del camino sería lo que ibamos a recordar. Que no importaba dónde llegaríamos sino el recorrido hacia allí.
El camino era lo importante. Me ví hablándole a mi ser. Y pude percibir que no había restricciones físicas que me impidieran seguir.
Mi cuerpo estaba recuperado, mi energía era plena, mi ser estaba feliz fluyendo. El espíritu de la montaña comenzó a hablarme. Me dijo cosas preciosas sobre lo poderosos que somos como seres y que tenía la capacidad de limpiar nuestras limitaciones. Que mi camino por allí se trataba de ver eso pero más que nada iba a dejar mis miedos mentales. El espíritu de la montaña me mostró el poder del ser humano conectado con el presente y con el todo. El viento frío me habló para llevarse consigo mis negatividades, para limpiar mi cuerpo energético.
Mis guías me empoderaban contándome todo lo que había pasado tiempo atrás y diciéndome que estaban orgullosos de mi camino por la vida. Me recordaban hace un año, quebrada, perdida y saltando al vacío. Y me mostraban también mi encuentro con mi propia alma, el aprender a caminar nuevamente desde la coherencia, la gratitud y la compasión.
El regalo más grande fue vernos a los cuatro como una gran familia de héroes superpoderosos. Empoderados y felices. Transitando luces y sombras juntos. Éramos como un bloque irrompible que nos podían llevar hacia todas partes, sin juicio y sin miedos, porque juntos nos potenciábamos.
Los accidentes del camino me mostraron que nuestro paso por la tierra es breve. Que en cualquier momento puede acabarse. Por eso, sólo se trata del camino y no de la meta. Y la pregunta es simplemente: ¿cuánto estás siendo feliz en este presente?
Todo esto pudo sellarse con la magia del universo. Con el sincrodestino. A mi regreso a casa, en terapia la psicóloga me dio para elegir entre varios frascos con etiquetas: Amor, Calma, Enfoque, …..no recuerdo las demás pero al menos eran seis. Por supuesto miré Amor y Enfoque. Pero precisaba “Enfoque”. Y el mensaje del universo para mí fue perfecto:
“Todos quieren vivir en la cima de la montaña pero toda la felicidad y el crecimiento ocurre mientras la estás escalando”
Andy Rooney
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.
Info turística: https://www.turismocapilla.gob.ar/
Buenísimo Lore!!! Me alegro que encuentres tu camino con amor y perseverancia! Los amamos y acompañamos en su transitar.